Tribu Arapahoe

¿Qué es la tribu arapahoe?

La tribu Arapahoe es un grupo de trabajo voluntario que trabaja los valores del escultismo a través del indianismo. Este grupo de trabajo se encuentra dentro del grupo scout pero trabaja de forma paralela. Tiene como objetivo trabajar los valores de los indios norteamericanos como espiritualidad, respeto a la naturaleza, trabajo en equipo, responsabilidad, honestidad, transcendencia...

Se puede comenzar a formar parte de la tribu una vez se ha hecho la promesa y se está en pioneros, que es la rama que trata el indianismo. A partir de ahí puedes presentarte cuando quieras. Si eres pionero/a tendrás que trabajar el indianismo con tus kraales de pioneros y hacer el Omasthé. Después podrás presentarte a la tribu y comenzar el trabajo con tu padrino/madrina. A partir de rovers comienzas trabajando las artes y costumbres con un padrino/madrina y después te presentas a la tribu. Una vez presentado se continúa trabajando con el padrino/madrina.

Forman parte de la tribu los presentados y los guerreros.

Los guerreros se dividen en cuatro clanes, Bisonte, Búho, Reno y Oso. Dentro de cada clan hay un grupo de guerreros dispuestos a enseñar y transmitir todo lo aprendido a jóvenes presentados.

Hay tres momentos al año en los que presentados y guerreros acuden a las ceremonias que se realizan por las noches en la primera acampada de grupo, en el segundo trimestre y en el campamento de verano.

El consejo de ancianos

El consejo de ancianos está formado por 3 guerreros. Son las personas que se encargan de llevar a cabo las ceremonias y el mantenimiento de la tribu. Representan tres figuras que cada una de ellas tiene un trabajo específico. Son el Gran Sáchem, que es el jefe de la tribu y se encarga de representarla, el Heraldo, que se encarga de transmitir mediante la palabra hablada y cantada, y por último, el Hechicero, que se encarga de mantener la magia.

Pinturas

Cada uno de los grupos de la tribu tiene sus propias pinturas, que usamos en las ceremonias y en los días indios. De esta manera podemos saber a la perfección a qué grupo pertenece cada participante de la tribu.

Omasthé

El Omasthé es un libro que trabaja de forma interactiva las artes y costumbres de los indios norteamericanos. Los pioneros deben completar este libro para poder presentarse a la tribu. Este libro se vende desde el rincón.

Leyenda de la Tribu Arapahoe

Una vez hermano rojo, en mi sin fin de curiosidad por conocer el mundo coincidí con Nas’cha, uno de los Gran Sachem que han pasado por nuestra tribu, y le pedí que por favor me contara la historia de nuestra tribu. Recuerdo con nitidez sus palabras en aquella noche, hace ya muchas lunas de aquello, pero creo que podré reproducirlas casi idénticas a entonces, pues ahora soy guerrero, pero aquello se quedó grabado en mi ser… 

“Me pides que te cuente la historia de nuestra tribu. Soy anciano y mis recuerdos se extienden más allá de las colinas que tú conoces ahora, mis ojos han visto muchos amaneceres ya, tantos que recordarlos se vuelve cada vez más confuso. Siéntate aquí, a mi lado, en mi tipi, y te contaré una historia de valientes guerreros, de almas intrépidas, de corazones salvajes, de danzas y canciones perdidas en la noche de los tiempos, en valles y territorios de caza muy lejos de los actuales. Soy anciano y como te he dicho me cuesta recordar, así que ponte cómodo y fumemos la pipa, porque las buenas historias se saborean mejor en la oscuridad de la noche, bajo el tipi, al calor del fuego y dejando que las palabras se mezclen con el humo del tabaco, haciendo de simples palabras, algo sagrado.

Al principio no había nada, sólo oscuridad. Un día, por voluntad del Gran Misterio nació el hombre, y ese hombre engendró a más hombres y poblaron la tierra junto al águila, al castor y al bisonte. El hombre que poblaba aquella tierra no era tal lo conocemos ahora, era un hombre cruel y carente de buenos sentimientos que sometía a todo recién nacido a toda clase de tormentos con el único fin de burlarse de él. El recién nacido guerrero lejos de rectificar aquella injusticia se dedicaba a perpetuar lo que sus ancestros habían hecho con él y el resultado era una tribu sin control. Eran malos tiempos para la tribu de los Mohicanos, eran los tiempos del chacal.

Aunque soy anciano y he vivido mucho no sabría decirte cuánto tiempo permaneció el chacal entre nosotros, sólo sé que Wakantanka sopló en los corazones de unos cuantos guerreros que se opusieron a este régimen y expulsaron al chacal para siempre de nuestro poblado. Gracias a ellos nació la tribu Arapahoe. Fueron los tiempos de Tsik ki kyi’ni (Águila Calva), nuestro primer Gran Sachem; de Águila Roja, nuestro Hechicero y de Tai’or Hen Sere (Amanecer), nuestro Heraldo. Juntos convocaron al consejo de ancianos por primera vez, fueron los primeros en hacer sonar la caracola en ceremonia y convocar al Gran Consejo. Aquella noche, junto a la Sagra, la montaña sagrada, tuvieron lugar las primeras promesas indias de corazón, yo era muy pequeño y no se me permitía asistir a nada pero recuerdo el sonido de los tantanes rompiendo el silencio de la noche, anunciando a los cuatro vientos el nacimiento del clan de los bisontes, símbolo de abundancia y estabilidad, el jefe de todos los animales.

Al año siguiente, se anexaron a la tribu los búfalos, desde las praderas donde el hermano sol proyecta su sombra más corta; y al siguiente los renos, desde las montañas de las nieves perpetuas, allí donde el viento nos trae el recuerdo del invierno. Fueron muy buenos años aquellos, de muy buenas cosechas. Todo el mundo era feliz. Eran tiempos de abundancia y caza. La tribu era joven y rica.

Yo por aquel tiempo me puse bajo la tutela del Gran Sachem como ahijado suyo, he hice mi promesa al año siguiente. Fue el nacimiento del clan del oso, de donde salen los hechiceros, desde las tierras de colinas verdes y grandes lagos.

Así fue pasando el tiempo, bisontes, búfalos, renos y osos convivían en armonía y paz. Pero al igual que una mariposa inicia sus días como larva y en su ignorancia vive feliz hasta que su naturaleza le indica que ha llegado el tiempo de la transformación, a la tribu le llegó ese momento. Desde el interior del consejo de ancianos surgieron voces, tocadas sin duda por el gran espíritu, que indicaron a la tribu que teníamos que cambiar de territorio de caza. Fueron los tiempos de Hoh squa sa ga’dah y del Gran Cambio. 

Iniciamos el traslado, pero éste exigía unos conocimientos que no nos habían sido revelados y poco a poco, frente al poder del desencanto y del aletargamiento fue muriendo gente. Llegó un momento en qué sólo un pequeño grupo de guerreros, jóvenes y sin experiencia en su mayoría, tuvimos que refugiarnos en las montañas. Entonces llegó el gran invierno, que duró como siete inviernos normales. Nadie se atrevía a salir de su escondite. La tribu fue perdiendo fuerza y muchos guerreros, ya por su avanzada edad, partieron al territorio de caza de nuestros antepasados, entre ellos, el gran Tsik ki kyi’ni.

La tribu estuvo a punto de morir, pero lo que la oruga percibe como el fin del mundo, la mariposa lo llama nacimiento, poco a poco la tribu fue removiéndose desde el interior de su refugio. Su fuerza surgió de lo más débil, cuando los que ya éramos ancianos casi habíamos perdido la esperanza, Wakantanka indicó a los guerreros que saliésemos de nuestro reducto porque la tribu se había reagrupado.

Así fue, nos encontramos con auténticos guerreros cabalgando por valles y montañas en nuestra búsqueda. En búsqueda de un lugar donde descansar y formar una familia, en busca de una historia y de un pasado.

Ellos contactaron con nuestros antepasados y juntos, nos empeñamos en volver a prender llamas de donde quedaban tan sólo unos rescoldos en ascuas. Fueron los tiempos de Ma’to wa, (el oso pardo). Bajo su protección Na sho’ba, Ki-on da’ga, Tah wah’soo’o ta, Ho’ba chee y yo, Nas’cha, fuimos reagrupando a la tribu, sepultando a nuestros mayores y concibiendo a nuevos guerreros que poco a poco dan fuerza y poder a la tribu. Al igual que la mariposa supera en belleza y esplendor a la oruga, la tribu goza del apoyo del Gran espíritu sin duda porque gracias al trabajo de todos ahora estamos asentados en un lugar que, de seguro, nos dará alimento para muchos años más, más de los que yo tardaré en irme a cazar junto con mis antepasados.

Como ves, hermano rojo, son muchos los veranos que han tenido que transcurrir para que tú estés aquí, son muchas las tormentas, las sendas y caminos recorridos para llegar hasta aquí, junto a este fuego que nos alumbra. Ahora yo, Nas’cha, soy el Gran Sachem, Ma’to wa tuvo que partir más allá de las cuatro colinas, y yo ocupo su puesto, aunque como dijo un gran guerrero, sólo existe un Gran Sachem, el único y verdadero, que se va transmitiendo de guerrero en guerrero y ahora me toca a mi, pero no te quepa duda, hermano rojo, que llegará el día en que seas tú el que continúes esta historia, porque así había de ser y porque así ha sido siempre. Quedan aún muchos atardeceres que ver. ¡Hetchetú aloh!”

Como él me contó aquella noche la historia ha proseguido, seguramente mis palabras no sean tan grandes como las de Nas’cha, pero hermano rojo, hoy saciaré tu sed de curiosidad, te relataré lo sucedido desde entonces… Acomódate pues la historia aún no ha terminado:

“Aquellos atardeceres de los que hablaba Nas’cha se sucedieron, la tribu se siguió reuniendo e intrépidos recién nacidos querían pasar a formar parte de nuestra tribu, guerreros que posteriormente presentaron grandes partidas de caza; pero como circular es el nido del pájaro o el transcurso de las estaciones, lo es la vida de nuestra tribu, y de nuevo, llegó el invierno, un invierno que ya se sabía combatir, un invierno al que muchos no le tenían miedo, pero era invierno al fin y al cabo.

La tribu era rica en espíritu, pero no lo era tanto en guerreros, de esta forma, y para poder sobrevivir al invierno, el clan del búfalo tuvo que anexarse al clan del bisonte, que los aceptaron sin reparo alguno en su regazo.

Como todo invierno precede a la primavera, nuestra tribu volvió a florecer, de nuevo muchos y grandes guerreros poblaron nuestros clanes, y como cuatro son las estaciones, cuatro son los puntos cardinales, cuatro son los elementos… cuatro debían ser los clanes de nuestra tribu.

Y un día aparentemente como otro cualquiera, el tam tam rompió el silencio de la noche convocando al gran consejo, aquella noche no fue una más, aquella noche era especial, aquella noche se anexó a nosotros el clan del búho, venido de la propia oscuridad de la noche para velar por nosotros en sueños, y que así recibiéramos de nuevo al sol cada día. El nombre de este clan fue escogido en honor a Nas’cha, quien muchos catalogan como el mayor Gran Sachem de la tribu Arapahoe.

El poder del mundo es circular, y por tanto lo es la vida, no sé cuál será el futuro de nuestra tribu, no sé cuál será el futuro de cada clan, solo sé, y de ello estoy bastante seguro, que aún muchos y grandes guerreros quedan por pronunciarse, y que aquellos que ya se pronunciaron y viven más allá de la cuarta colina, velan por nosotros desde su territorio de caza… Sólo espero, joven hermano rojo, que algún día luzcas un gran penacho, símbolo de grandes cazas y grandes méritos que alimentarán tu alma y darán de comer a la tribu… Siguen quedando muchos amaneceres por ver, ¡Hetchetú aloh!”

Nah Pay'shnee

Tribu Arapahoe (2017)

Libros recomendados

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Historias Mágicas de los Indios Pieles Rojas.pdf
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